jueves, 28 de febrero de 2013

Lo indescifrable en la palabra 'Jibeuro'


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  Apuntes sobre la película 'Jibeuro' de  Jeong-hyang Lee.

‘JIbeuro’ es una película de Corea del Sur que podría situarse en cualquier espacio rural latinoamericano. Tanto su historia, como el desarrollo de los personajes y sus características nos dan un ejemplo sobre estados del ser humano, contextos sociales y estilos de vida influenciados por la ciudad y el campo en una u otra región sin importar las manifestaciones culturales  particulares de cada país.

La película, nombrada en español como ‘Todos los caminos llevan a casa’ dibuja una serie de condiciones paternales y protectoras por parte del personaje de la Abuela hacia su Nieto (Personajes principales del largometraje) que enternecen al espectador y lo acercan desde sus recuerdos al proponer cierta visión sobre la soledad de la Abuela y su intento desmesurado por demostrarle al nieto el querer profesado. Supongo que no es amor por sentirse alejada, es , quiero pensar, innato, un ejemplo de dar hasta lo imposible por el otro.

‘Jibeuro’ tiene una carga fuerte de caracterización en lo referente a La Abuela, interpretada por  Eul-boon Kim, una mujer de más de 80 años que, según entrevistas, nunca había visto una película hasta que interpretó a La Abuela. Puede suponerse que aquella señora de rasgos suaves y ojos aún inocentes es un actor sin formación, quizá destinada sólo para esta historia si creemos en la diosa del cine, porque tendría que ser mujer. Dice la directora y guionista Jeong-hyang Lee que la encontró por azar, como muchas ideas entretejidas y materializadas de tanto pensarlas (y no es inspiración) en un camino de algún pueblo de Corea del Sur en el cual ha vivido su vida desde la infancia.

Lo importante de su representación es la manera como lleva a la vida a un personaje que no puede hablar. Poco sé de teatro, pero supongo que hay cierta preparación del cuerpo, de ciertos movimientos  de las manos y una carga central del mensaje en los ojos para este fin actoral. Aún así, sin algún estudio académico o experiencia en las tablas, Eul-boon Kim hace este trabajo interesante: su mirada es tranquila, solitaria, aunque exista en ella  voluntad,  fuerza y pertenencia con las montañas. Su cuerpo es trabajo; Su  cabello, largo y blanco, recogido con inocencia de niña, susurra un secreto,  una alegría jovial y meditaciones asombrosas.

Hay un interés por parte de la directora de mostrar tanto a la Abuela como al Nieto durmiendo, principalmente cuando uno de los dos está despierto y observa al otro en tal estado. También en tener planos medios del Nieto  recibiendo objetos o comida de la abuela y de la cual sólo se ven sus manos extendidas hacia el niño.

Pero lo que más llama la atención es su sensación de ánime. Para muchos, esta clase de animación japonesa se proyecta en referentes populares como Dragon Ball, Centella, Saylor Moon, Saint Seiya o Captain Tsubasa, mejor conocido como Súper campeones (Y ni cómo negar la avidez de ver cada serie nombrada) Aunque con la llegada de las películas de Hayao Miyazaki a nuestros pequeños cines de casa, como ‘El viaje del Chihiro’, algunos reconocimos muy tarde que el ánime tenía otros argumentos además de la morbosidad del maestro Roshi o la leyenda épica del guerrero elegido para salvar al mundo en batallas fenomenales. Aquí entra ‘Jibeuro’, su historia pareciera ser dibujada con esos trazos orientales, y me refiero a una relación literal, a mi gusto, con el ánime; tanto en algunos movimientos del Nieto, sus amigos y su abuela, en la manera de presentar los espacios como en los diálogos y silencios.

‘Jibeuro’ es una película sin complicaciones, con una historia sencilla que recordaremos como se recuerda un pequeño libro de cuentos o una canción en un viaje.

Ficha técnica

Dir: Jeong-hyang Lee.

País: Corea del Sur

Año: 2002.

Guión: Jeong-hyang Lee.

Fotografía en C.: Hong-shik Yoon.

Música: Dae-hong Kim y Yang-hee Kim.

Edición: Jae-beom Kim y Sang-beom Kim.

Con: Eul-boon Kim (abuela), Seung-ho Yoo (Sang-woo), Hyo-hee Dong (madre de Sang-woo), Kyung-hyun Min (Cheol-e), Eun-kyung Yim (Hae Yeon)

Prod: Jae-cheol Heo, Seung-beom Kim, Jae-woo Whang y Woo-hyun Whang .

Duración: 80 mins.

Dist: Cine, video y TV.

Clasificación: A.

Fuente: http://www.cinetecanacional.net/ficha cvePel=1785&corto=1785#sthash.xwJxDscW.dpuf


jueves, 7 de febrero de 2013

En la gran ciudad

Vuelven las entradas en mi antiguo Blog, espero lo recuerden:

 Apuntes sobre 'La región más transparente’ de Carlos Fuentes

“Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire" Son las palabras finales de la Novela de Carlos Fuentes  que articula  Ixca Cienfuegos y recorre  como viento resignado y orgulloso ( si puede existir esta contradicción) la madrugada de una Ciudad de México en crecimiento, con por lo menos 5 millones de habitantes iniciando la década de los cincuenta cuando terminaba su mandato Miguel Alemán, el entonces presidente del país del muralismo, del surrealismo, Rulfo, el  mezcal, el pulque, el cacao, la serpiente emplumada, el chile, la llorona y José Alfredo Jiménez.

Ahora, en lo que es el Distrito Federal, hay un estimado de 22 millones de habitantes  entre quienes viven dentro de este grandioso caos horizontal, sobre una laguna en el llamado Valle de México custodiado por dos volcanes, y los que circulan por sus avenidas y atiborran el metro provenientes de otros estados para ir a sus trabajos.  Fue Alexander Von Humboldt quien la nombró región más transparente en 1804 cuando pisó sus tierras; luego el ensayista Alfonso Reyes la retomó: ¿Es ésta la región más transparente del aire? ¿Qué habéis hecho, entonces, de mi alto valle metafísico? Al final, para terminar el reconocimiento y el asombro, en ese orden, Fuentes pone en boca de Cienfuegos la resignación.
Han dicho que el personaje principal de la novela es la misa Ciudad: un lugar con cambios urbanístico, culturales, poblacionales y de lenguaje, donde convive el anhelo del sabor eurocentrista:  profesionales de derecho, capital e inversiones, extranjeros desatinados y círculos sociales de revistas y pie de foto, y el tatuaje indeleble de Tenochtitlán: la serpiente, el jaguar y el águila emprendiendo su predominio desde el recuerdo de personajes como Teodula Moctezuma, surgiendo en la memoria de la lucha de la Independencia y la Revolución Mexicana, en sus restos vencidos, en su migración campesina a la gran ciudad, en los que llegan a sus barrios después de años de trabajo en Estados Unidos dentro de plantaciones, en los que recuerdan una llamada “Ciudad de Palacios” cuando el general Porfirio Díaz gobernaba, con su talante del continente del viejo mundo, y se emprendía la lucha de la Revolución a inicios del Siglo XX que, luego, como estampa de la novela, como su malestar de estómago, terminó,  igual a cualquier búsqueda de cambio en los países latinoamericanos, en un descontento.

Allí está entonces lo que pasa en el México posrevolucionario: el cambio de dictadores por empresarios y abogados, de tierras quitadas a la fuerza por predios y normas legales para embarcar. Y es allí también donde se empieza una historia en lo urbano, dejando tranquilo al mundo creado por Rulfo en lo rural, en tiempos donde el tren movilizaba la revolución.
El lenguaje se confunde, se diversifica, se hace rico y viaja entre barriadas hasta casonas elegantes de una aristocracia antigua que cambia a élites sociales donde lo que importa es el poder, no el correr de la sangre generacional. La multitud de voces propone una igualdad en términos de ímpetu, ya el indígena o campesino no tiene su mensaje mitigado, su voz baja, por el supuesto imperante del terrateniente o el noble; ya sus palabras cambian y aunque sabe que hay una fuerza de por medio, el capital, con el cual se dice todo, quiere y levanta la voz para hacerse escuchar, así sea la descripción de sus malestares y tristezas, cantando, llorando, en una pelea trunca,  validando el lenguaje; característica que  enriquece la novela para alejarla del llamado gran civilizador occidental: la Europa de etiquetas mobiliarias.

El lenguaje representa a esta Ciudad de México, se entrega a cada personaje desde su ángulo; es posible pasar de Pimpinela de Ovando, con su ascendencia de honor a la Contessa Aspacúccoli y su desarraigado pretexto de pequeña noble alemana viviendo fuera de sus títulos. Está Federico Robles y Norma Larragoiti, el lenguaje del dinero y el nuevo poder burgués y Gervasio Pola en su inconsistencia del fracaso y el intento de arribismo. También lo mítico y el pasado latente  con Ixca Cienfuegos y Teódula Moctezuma en sus rituales y expiación; las nuevas generaciones de presunción en la moda como Junior o Pedro Caseaux viven junto a los habitantes de las colonias, de los barrios, de trabajos duros como Gladys García (una prostituta con quien inicia y termina la novela)  o Gabriel, el espalda-mojada que regresa a México.
‘La región más transparente’ es un mapa de cada gran capital latinoamericana. Es posible leerla con la seguridad de suponer las acciones en otra urbe, ya sea Bogotá, Lima o Buenos Aires. Hay inquietudes gratas del lector que al conocer la Ciudad de México puede poner en práctica (alegrías íntimas) como es buscar el edificio donde quedaba la Oficina de Federico Robles, o suponer a Ixca Cienfuegos en el Zócalo, pegado a la reja de la Catedral. Pero lo que resulta presente como imaginería mexicana es una constante en ensayistas de este país del águila sobre el nopal: la definición de la Identidad, de lo que es ser mexicano y que tiene una  de las obras más importantes de la literatura latinoamericana como evidencia:  ‘'EL laberinto de la soledad’ de Octavio Paz. Tal inquietud se cruza en los escritos de Gervasio Pola, las charlas de Manuel Zamacona con Cienfuegos, las palabras de mito de Teódula  Moctezuma o las disertaciones de Federico Robles: El pasado, el indígena, la colonización, el presente y ahora el nuevo poder político, la economía, la globalización lo discuten.

‘La región más transparente’ es, además, un dibujo de la derrota en diversas latitudes: la muerte trágica, el olvido de ideales, la bancarrota, el término de la profecía sin tener sentido, el  olvido. Es nuestra persistencia ante este dibujo en una Ciudad que parece viva.