viernes, 16 de octubre de 2009

Una pintura triste


Apuntes sobre ‘El túnel’ de Ernesto Sábato

Desesperanza, palabra repetida a lo largo de la novela El Túnel del argentino Ernesto Sábato, como término y principio de un lado oscuro, resignado a la imposible salida; y primero es el término, contar el hecho del asesinato de María Irirbane es afirmarla como hipótesis para los capítulos siguientes de El Túnel, una serie de lugares y rostros que llevan a la desesperanza, el desarrollo de situaciones vacías para el protagonista, Juan Pablo Castel, pintor prepotente y ególatra que gusta estar al margen de cualquier círculo social (hasta una teoría del por qué de ello tiene el artista) y de sus reflexiones reiteradas con la idea de lograr conclusiones lógicas a base de concatenaciones de la razón de sus acciones o diálogos (deja clara su prepotencia, que él mismo la comprende no en resaltado con negrilla para mirarse el ombligo, sino como una forma de objetividad) llevan a un estado de caos y esquizofrenia, entrando en las configuraciones más volubles de los humanos, desespero, ira y arrepentimiento instantáneos, casi en el mismo tiempo. Por ello la confabulación que Juan Pablo Castel se imagina en su cabeza sobre María, lo destroza por completo.


La pintura admirada por María en una exhibición de la obra artística de Castel, siendo la única persona en notar un rasgo particular: la mujer en la playa, desata el interés del pintor por ella; y es la búsqueda a lo largo del libro, los encuentros, los amoríos, el túnel estrecho en Buenos Áires, lo que quiere descubrir en sí el significado de la pintura. Pero como la historia inicia con una declaración de asesinato de Castel, la desesperanza podría ser el nombre, más que el túnel, un nombre para Juan Pablo Castel, el título de la pintura.


Narrar la novela en primera persona demuestra aún más la prepotencia del artista. Imposible lograr la objetividad deseada por ese medio. Castel, más que Sábato, sabía que la primera persona era atrayente, y al iniciar con su declaración de asesinato le impondría ya un interés para el lector. Escribir una noticia escueta declarando su crimen y móviles era factible, pero Castel eligió la literatura.


Al final una pregunta ¿Esa desesperanza no podría ser la espera de un acto que sacara a Castel de su túnel: su vida antes de asesinar a María? En la cárcel se le escucha más tranquilo.

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