sábado, 8 de marzo de 2008

El olvido sobre Bioy Casares





De Adolfo Bioy Casares tenemos la primera referencia en un cuento de Jorge Luís Borges incluido en su libro "El Jardín de senderos que se bifurcan": Tlôn, Uqbar, Orbis Tertius. Tal acercamiento a un escritor nos hace verlo como una ficción dispuesta en la trama para ejercer verosimilitud en el lector, una generosidad amistosa. Aún más, en entrevistas y biografías sobre Borges y el mismo Bioy Casares, el autor de ‘La invención de Morel’ deja el interior del orbe literario para ser catalogado desde lo externo como el gran amigo del creador del 'Aleph', su confidente y consejero. Lo preocupante es que tras la imagen de Borges, el otro también escritor argentino que cultivó con igual maestría el género fantástico, camina sin gran interés para los lectores contemporáneos.

La obra de Bioy Casares es poco conocida, sólo la cultivada junto a Borges; desde la elaboración del folleto sobre el yogurt de la lechería La Martona, sin dejar la gran "Antología de la Literatura Fantástica", la colección de novelas policíacas "El Séptimo Círculo", hasta el nacimiento del escritor Honorio Bustos Domecq y con él los "Seis Problemas para Don Isidro Parodi" y "Crónicas de H. Bustos Domecq", ha perdurado, a grandes rasgos, en la memoria del lector, más por la participación de Borges que por el divertido experimento de construir en compañía mitigando los estilos en busca del anonimato.

¿Quién entonces habrá leído la novela "La Invención de Morel" a pesar de que circule en librerías en la edición "Cara y Cruz" de Norma y otras tantas que en baratas de libros son mucho más accesibles? He tenido la suerte de hacerme, hace dos años, a los cuatro tomos de los cinco que completan las "Obras Completas" de Bioy Casares por $28.000; libros que en grandes librerías es difícil de encontrar. Aún, en las bibliotecas los ejemplares no son variados y en algunos casos escasean, por lo que es posible pensar que la valoración de la obra del escritor argentino, ganador del Premio Miguel de Cervantes en 1990, es mínima, ya que de ella no conozco otra edición aparte de la publicada en 1998.

Según Juan Lázara, presidente de la Fundación Adolfo Bioy Casares, la poca difusión y valoración de la obra del escritor se debe a una "cuestión de moda ideológica" donde otros autores obtienen mayor interés por sus miramientos políticos y existencialistas; aún, por su estética, estilo narrativo y argumentos, no por ello exentos de validez.

Bioy, como Borges, sostuvo una postura contraria a la de muchos escritores de su tiempo, sea desde el ámbito político o literario. En los dos escritores no había apropiación nacionalista, sino universal, argumentando ideas y expresiones sobre el pensamiento del hombre, sin límites o fronteras en una herencia que nos pertenece, como diría el poeta William Ospina. Además, la valoración de una obra de arte no puede darse desde el perfil del autor, su popularidad en mayor aumento donde se admira anécdotas y manifestaciones públicas en contra o a favor de algún hecho. La vida del escritor es mínima en comparación con la vida de la obra, que es la que debe perdurar, apartando la obstrucción de nombres propios.

La importancia de Borges no debe ponerse en duda. Sea para bien o para mal, su literatura ha ampliado perspectivas estéticas y argumentales e influenciado a escritores tanto en América Latina como en Europa; Humberto Eco es un claro ejemplo. Pero no por ello se deba vincular a Bioy Casares el nombre de Borges cuando se habla de literatura. Claro, su amistad ha sido una especie de diálogo literario, y la influencia de uno sobre el otro, en cuanto a lecturas principalmente, es evidente. Pero Bioy es su obra, diferente de la de Borges. En parte, la poca participación en los cuentos o novelas de Bioy se debe también a su calidad como referente borgesiano.

Las historias de Bioy no son iguales a las de Borges. Sus temas recurrentes, aunque haya un encasillamiento en lo fantástico, son hijos de Bentham y H.G.Wells: una suerte de vigilancia que elimina cualquier tipo de libertad; un panóptico sin muros tangibles como en "Plan de Evasión" combinado con las pesadillas construidas por Wells que llegan a ser posibilidades del hombre en este mundo. Otro, acaso el más importante, es el amor. Un amor anhelado que se encuentra de manera fortuita pero que no puede alcanzarse por el peso de las circunstancias.

Ya son nueve años sin Adolfo Bioy Casares. No puede destinarse al olvido la obra del escritor, como bien lo dijo Juan Lázara: "todos los escritores merecen ser recordados, independientemente de su ideología".

El País - Cali - Marzo 10 de 2008

2 comentarios:

Anaid Anerol dijo...

Tavo, me alegra saber que está utilizando estos medios para escribir. Una buena herramienta para dar a conocerse y hacer hoja de vida, algo que tenemos que labrar ahora que estamos en proceso acelerado de maduración. ja! Un abrazo querido amigo.

Anaid

AnDrElocks dijo...

TAVO SEGUI ASI ME HERMANO QUE VAS ES PA'LANTE BROTHER,,,

EXCELENTE LABOR..