viernes, 31 de mayo de 2013

A Zihuatanejo


Apuntes sobre la película , ‘The Shawshank Redemption’  de Frank Darabont. 1994.

Hay cierta nostalgia, una extraña nostalgia, al volver a  aquellas películas noventeras que inician con la voz de un narrador también nostálgico, buscando rememorar, que contextualiza  ciertos aspectos de la historia. Ese personaje pareciera estar contándole el cuento al espectador como en una especie de charla, creando en sus mapas mentales e imaginativos las imágenes (planos, secuencias, cortes) del largometraje. Sabemos que si él inicia, cada parte vista es como la recuerda al ser personaje. Así, algunas de las películas más entrañables a nuestro gusto y que por tener esta categoría nos hacen volver a aspectos de la vida sucedidos en el tiempo cuando la dejamos ser en el cine o el VHS casero, tienen ciertas características en aquel tono y tiempo de las palabras del narrador (Es un juego que directores o cineastas en una producción estadounidense han utilizado) El orden puede variar:


Hay una presentación personal de quien narra y con ello se hace referente como personaje de la película; hay contextualización del lugar, con descripciones de fachadas, calles o espacios. Una fecha exacta antes de la década de los ochenta y una remembranza de algún aspecto de la cultura pop o el deporte (preferiblemente el beisbol) estadounidense. Luego esa referencia se liga al personaje principal de la historia, o a quien el narrador admira. Entonces sale una anécdota entre los dos con la cual la presentación termina en un intento de revelación de lo que podría pasar a futuro.

Para reconocer esta especie de prólogo nombro dos películas que hemos de haber visto: ‘A Bronx Tale’ o ‘Una historia del Bronx’ o ‘Una luz en el infierno’, nombres dados en español, película dirigida por Robert de Niro y que nos recuerda a aquel joven Calogero y ese personaje de tipo mafia italiana llamado Sonny. La otra, ‘The Shawshank Redemption’  o ‘Sueños de libertad’ del director y guionista Frank Darabont, cabeza principal de la adaptación del comiic ‘The Walking dead’ a la televisión. Es en esta película donde escuchamos la voz de Red (Morgan Freeman) alimentando la historia de Andy Dufresne (Tim Robbins) cuando lo conoce en la cárcer Shawshank al haber sido culpado de un crimen grave.

The Shawshank Redemption’  se basa en una novela corta de Stephen King llamada de igual forma. Es un trabajo audiovisual donde el narrador que admitimos se hace indispensable y es parte de la desesperación, impotencia y esperanza de un hombre recluido de por vida.  Vemos que su voz, además de narrar, tiene cierta figura de lejanía y abstracción, de alguien que reconoce cómo se puede sobrevivir en una cotidianidad obligada entre los muros altos de un panóptico.

Las historias que se desarrollan en una cárcel de Estados Unidos tienen ciertas  particularidades que podremos encontrar, a no ser que sean del tipo Green MIle (basado en otra obra de Stephen King) o  Dead Men Walking, en las cuales el espacio no es el impedimento para vivir con libertad y lo certero de su futuro no se diluye gracias a la esperanza.  Pero aparte de esta clase de largometrajes, basta recordar American HIstory X o la serie Prision Break para hallar un desespero y temor desde la violencia ejercida por los reclusos para imponer su orden o la agonía interna que sofoca de manera silenciosa a quienes son las víctimas. En estos puntos se hacen presentes las situaciones, diálogos, estados emocionales de los personajes que evidencian lo común entre tales proyectos.

En The Shawshank Redemption’  no podemos negar estas redes arquetípicas, por decirlo de alguna manera, que la hace ser una película desarrollada en la prisión. Pero cabe destacar la carga emocional y la crudeza física de los personajes, resaltado  por la fotografía, planimetría y el ambiente creado por el narrador para distinguir la soledad.

Es cierto que  lo menos a perder es la sensación de esperanza. El saberse  algún día libre si se está enclaustrado, privado de la libertad, dentro de la cinta existe, como también los lazos de amistad tejidos en el grupo de Red y Dufresne. A  pesar de ello, esa esperanza y amistad tienen un retorno de soledad al convertirse en diálogos o miradas. Basta recordar al viejo librero Brooks, o las entrevistas de Red  con los  jueces; inclusive, las noches cuando cada recluso estaba en su celda, escenas de gran importancia en el desarrollo de la película en  cuanto a la creación del entorno solitaria.

Dufresne lucha por no extinguirse y desesperarse, por no caer en el vacío, perder la esperanza, por tener ‘la mente ocupada’ una de las sentencias importantes de Red al narrar. Lucha por los amigos, por mejorar con ellos aunque estén condenados; pero esa lucha también se presume sin compañía, aunque los otros encuentren apoyo en ella.


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