viernes, 26 de diciembre de 2008

Los seres de Cortázar

Son pequeños puntos; dejan de ser verdes y ahora son azules. No hay orden en sus apariciones y posiciones, lo que los hace diferentes entre si a pesar de tener el mismo tamaño y diámetro. Creo que aparecen en la soledad. Además les divierte ser una especie de alucinación, como esas cuando luego de mirar por veinte segundos un bombillo encendido, y cerrar los ojos, empiezan a saltar como retazos de una luz incómoda para el ojo y poco a poco se achiquitan.

Yo no los veo en el día, ni cuando duermo; es en la oscuridad y con los ojos bien abiertos. No dicen nada, ni les importa estar, supongo, sólo brotan e iluminan como luciérnagas de brillo azul. Llegan en el momento y espacio más absurdo, así son. Creía que los vería en algún lugar que altera la realidad monstruosa del establecimiento, esos lugares en ángulos impensados que nos salvan por instantes, pero es insensato porque encontrarlos ahí sería fútil, porque las personas van a encontrarlos ahí, y los vi fue en mi cuarto; absurdo. Quizá al utilizar alguna lógica de ellos, viven e imaginan también, podría dibujar una figura al unirlos por rayas, aunque la conjetura no tiene sentido.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los poetas malditos

Los poetas malditos son invisibles, no se exilian del día y de la noche, recorren las calles a cualquier hora y compran el desayuno por la mañana. Los poetas malditos son solitarios cuando escriben, develan su faceta esquizofrénica al hacerlo, saben que la inspiración no es como la venden, y si leen con velas no es para sentirse malditos, sino que cortaron la energía. Los poetas malditos van a la biblioteca como al putiadero; son religiosos o ateos pero nunca pierden su fe y llevan bufanda sólo cuando tienen gripa. Los poetas malditos son tímidos, no hablan de su vida porque es igual a la de otros y cuando callan no tienen nada qué decir o mucho qué decir. Los poetas malditos saben que escribir es inútil, pero escribir es un vicio degenerativo y no un placer. Ellos si piensan en suicidarse, aunque lo harían si la frase de Rilke se cumpliera, de otra forma no, pues deben escribir el por qué no lo harían. Los poetas malditos van a bares y a cafés y hablan allí de poesía, de mujeres y hombres, de cuentas atrasadas, de los precios tan elevados del licor; no tienen orden en sus diálogos y no siempre salen borrachos o fuman cigarrillo. Los poetas malditos van a cafeterías y restaurantes de almuerzo ejecutivo a corregir sus manuscritos, montan en bus como en BMW y aunque lo nieguen quieren bailar reggaeton con una morena irreal de labios carnosos como la de los videos musicales. Los poetas malditos quisieran conocer Latinoamérica, Europa y el sur de los Estados Unidos, pero lo harían para reconocer que en cualquier lugar está su pueblo y por eso no les importa morir en uno o en el otro. Los poetas malditos tienen malos empleos, la madre los mantiene o son gerentes de bancos. Los poetas malditos saben que nadie es indolente ante la música; puede que no sepan bailar, pero no desconocen que como el agua los sonidos son vitales. Los poetas malditos son secos o tiernos, aman al amor y hablan mejor escribiendo. Los poetas malditos están malditos porque ellos mismos lo pactaron, desde que crearon su primer poema ya no tienen salida.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Lanzamiento, revista La Urbana


Fecha: 5 de Diciembre del 2008

Lugar:Auditorio Comfamiliar, Pereira - Cra. 5ta entre calles 21-22

Hora 7:00 P.M.

Quién no ha soñado con su revista, su editorial, su periódico. Aquí está el mio y de mis amigos.